Apenas la Revolución Libertadora toma el poder en el país forma una comisión que tenía como fin investigar todo lo relacionado al peronismo. La 1 tenía que ver con los sindicatos, la 2 con los Ministerios. Así hasta llegar al 49, que investigaba al deporte. “Con ese número te están diciendo que no les interesa el deporte. Si lo pones en el escalón 49, mucho interés por el deporte no tenes”, explica el sociólogo y entrenador de básquet Emilio Gutiérrez. Esta Comisión no tardó en ponerse a trabajar y citó a los campeones mundiales de 1950: “De mi consideración: Solicito de usted tenga a bien concurrir a la sede de esta Comisión Investigativa sita en la calle Carlos Pellegrini Nº 1362 de esta Capital el día viernes 27 del corriente a las 17:00 horas a efectos de prestar declaración. Sin otro particular, lo saludo atentamente, Julio M. Tramonti Burgos (vocal)”.
Paradójicamente, los interrogatorios en donde Monza reconoce que la pasó “muy mal”, se realizaron en el lugar que Perón le había dado al básquet nacional, en plena euforia post Mundial y por pedido del entrenador Canavesi, para discutir sus cosas. “Nos preguntaron porque habíamos desfilado con corbata negra en Helsinki 1952 y les dijimos que toda la delegación desfiló así y que se debía a la muerte de la esposa del presidente. Era lógico. Después nos preguntaron que habíamos traído de Europa. Cosas estúpidas”, recuerda el capitán del equipo Ricardo González.
El tiempo pasaba y las investigaciones en todos los ámbitos continuaban y lentamente se daban cuenta que iban a caer muchos mas de los que ellos pensaban. No iban a caer solo peronistas, sino también muchos que estaban ahora con la Libertadora. Por lo tanto, no iban a perseguir a amigos. Entonces se decidió poner punto final a la Comisión. Pero los dirigentes de la Confederación Argentina de Básquet se encargaron que ninguno se salvara. “Perón había dejado de lado a todos los dirigentes de básquet. La organización del equipo del Mundial la dejó en manos del mejor jugador, Furlong, y el mejor entrenador, Canavesi. Encima a todos los jugadores le dio la orden de importan un coche, no solo a los del mundial sino también a los equipos que hicieron buenas giras por Europa, y también les daba a los médicos, kinesiólogos y utileros. ` ¿A quien no les daba?´: a los dirigentes”, relata Gutiérrez.
Y los suspendieron de por vida basándose en el, viejo y empolvado, Código del Aficionado, creado en una regata de 1860 en Londres, con el fin que los hombre que tenían plata y tiempo no compartan su práctica social con los pobres. Cabe destacar que la mayoría de los campeones mundiales respetaba este código, ya que con la posibilidad de ir a jugar a la Asociación de Buenos Aires (fundada por los clubes de fútbol que no respetaban el código) decidieron continuar jugando en sus clubes.
“La sanción salió de la Confederación, habrá sido con la recomendación del Gobierno de turno, pero el que tomó la bandera y nos sancionó a todos fue la Confederación. En donde había dirigentes que habían estado festejando con nosotros en el Mundial. Nos querían castigar y nos castigaron”, comenta González. Y Monza agrega: “Al básquet nunca le perdonaron que haya salido campeón del mundo”. Finalmente fueron 35 jugadores los sancionados. Perdonándolos diez años después, cuando ya era tarde para todos.
Destruir llevó tan solo unos segundos y volver a tener un equipo argentino de primer nivel mundial, 50 años. Sin embargo, todavía y difícilmente se logré en pocos años, no se ha podido recuperar la popularidad y atracción que tenía el básquet en aquellos años. “Se perdió la camada, por mucho tiempo no se compitió por nada. Se corto con todo. A todo el deporte argentino lo volvió a retrazar, sobre todo al básquet”, concluye González, quien a 60 años no se olvida de su capitanía y tiene pensado ir a buscar a Claudio Morresi –Secretario de Deportes de la Nación- a la puerta del Cenard y pedirle una ayuda para sus compañeros: “Yo tengo suerte que laburo, pero el Chino, Uder, El Negro Busto, Canavesi, no tienen nada".
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