No hay liga deportiva más orwelliana que la NBA. La liga es única y vigila todo el tiempo las actividades de los que la integran, como lo hace el Gran Hermano en la novela 1984 de George Orwell. Pero en el libro la figura de guardián de la ciudad de Londres en el estado de Oceanía no tiene una cara visible. En la NBA dicha figura le pertenece al comisionado David Stern, quien ocupa el cargo desde, ¿casualmente?, 1984.
Una de los últimos actos que mostraron el extremo control que ejerce la liga sobre sus jugadores fue el de Rudy Fernández. El escolta español fue multado en dos oportunidades por hacer declaraciones en contra de la Liga. Primero porque su agente en los Estados Unidos había dicho que su representado quería salir de la franquicia Portland Trail Blazers, para pasar a otra. Y al comenzar la última pretemporada su agente en Europa declaró que Rudy quería volver a jugar en España y no continuar en la NBA. Por dichas simples razones Fernández fue multado por 25 mil y 50 mil dólares, respectivamente.
Pero la omnipresencia de la NBA tuvo su punto máximo en el Mundial FIBA de Turquía. Muchos jugadores contentos con su situación dentro del sistema, como Pau Gasol o Tony Parker, recibieron sin queja alguna el mandato de no representar a sus países. Pero uno que decidió pasar por alto las “sugerencias” de su franquicia fue Chapu Nocioni, quien parecía decidido a revelarse y realizar una rápida rehabilitación luego de sufrir un esguince en el tobillo izquierdo 27 días antes del inicio del Mundial. Pero tan solo 48 antes del debut argentino, su equipo Philadelphia 76ers apeló a una nueva cláusula de la NBA que les permite prohibirles a sus jugadores participar de una competencia FIBA en caso de encontrarse lesionados. Torturándolo psicológicamente, así como la policía del pensamiento lo hizo con Winston Smith en el Ministerio del Amor. Nocioni venía de un temporada con pocos minutos en la NBA y el Mundial era el objetivo por el cual tanto se había preparado y soñado. “Tengo que comunicarles que, lamentablemente y con todo el dolor del alma, no voy a jugar el Mundial. Me rompieron la ilusión de jugar un Mundial. Por un lado me cortaron las piernas”, declaraba entre lágrimas el Chapu, quien al igual que Winston terminó aceptando lo que dice el Gran Hermano: “Yo los respeto, no estoy en contra de ellos, no tengo motivos para estar enojado con ellos”.
Al igual que el Gran Hermano, la NBA tampoco tolera las características individuales de sus jugadores. Echo que se refleja claramente con la prohibición que tienen de vestir a su antojo. En 2005, David Stern obligó a los jugadores a vestir formalmente durante un acto oficial, llegando al estadio o tras el partido o en los viajes. Prohibiendo así el uso camisetas sin mangas, pantalones cortos, ropa deportiva, gorros, pañuelos, gafas de sol en un interior y nada de cadenas, medallones o pendientes ostentosos por fuera de la ropa. Al principio la medida había recibido muchas críticas por parte de los jugadores, como por ejemplo Allen Iverson: "Me visto para estar cómodo y esto no me gusta. Estoy en contra y pelearé contra ello". Pero bajo la amenaza de duras multas debieron cambiar de opinión rapidamente.
Una de los últimos intentos de rebelión al sistema lo lleva adelante el sindicato de jugadores, quien se opone a la reducción salarial del 30% propuesta por la NBA una vez que espire el actual convenio colectivo el próximo 30 de junio de 2011. El sindicato parece haber tomado el papel del grupo de la Hermandad y ha amenzado con realizar una huelga y atrasar el inicio de la temporada 2011/12, pero todo parece indicar que el Gran Hermano volverá a mostrar todo su poder y así lograr que los “proles” vuelvan a estar entretenidos con su situación y vuelvan a obedecer ordenes, aunque estas vallan en contra de sus propios intereses.
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