Su pasión no es el básquet, sino ser entrenador de básquet. Sergio Santo Hernández siempre supo que su sueño era estar al frente de un equipo. Tuvo un comienzo soñado, dirigiendo a Manu Ginobili y Pepe Sánchez en cadetes del club Estudiantes de Bahía Blanca, ciudad que lo vio nacer hace 47 años (nació el 11 de noviembre de 1963). Pero su ambición lo llevó a buscar todas las oportunidades que se le presentaran para continuar aprendiendo. Como aquella vez a mediados de los años 80…
La selección argentina se encontraba entrenando en el club Ciudad de Buenos Aires y Hernández no dudó en tomarse un micro para poder ver en acción a los mejores jugadores del momento, entrenando bajo las ordenes de Alberto Figeras. Logró ubicarse al costado de la cancha y comenzó a estudiar todos los movimientos. Hasta que un grito del entonces entrenador nacional lo sorprendió: “Oveja, alcanzame las pelotas que están debajo del aro”. En ese momento mil cosas pasaron por su cabeza, nadie lo conocía y todo ese mundo era ajeno para él. Creyó haber escuchado cualquier cosa producto de sus ganas de colaborar. Pero en ese momento, nuevamente: “Oveja, dale che, pasame las pelotas”. Ahí sí, automáticamente se levantó y fue decidido a cumplir con su misión lo mejor posible. Pero al encontrarse a un metro de las pelotas, todas sus fantasías se derrumbaron cuando escuchó detrás suyo una voz que decía “bueno che, que pesados, ni un segundo me puedo tomar...ahí van las pelotas”, era la voz de Mario “el Oveja” Coronel, utilero histórico de la selección nacional, el único Oveja conocido en el ambiente del básquet por esos días.
El tiempo pasó y Hernández cumplió su sueño al debutar con tan solo 29 años al frente de Sport Club de Cañada de Gómez en la Liga Nacional. Hernández también es fruto de la LNB. La competencia no fue bien recibida por la mayoría de los entrenadores de la época, ya que los obligaba a dejar sus trabajos y dedicarse a entrenar full time. Entonces numerosos entrenadores jóvenes tuvieron su oportunidad. Durante el camino conquisto la competencia más importante a nivel nacional en cuatro oportunidades, con tres equipos diferentes (1999/2000 y 2000/01, con Estudiantes de Olavarría, 2003/04 con Boca Juniors y 2009/2010 con Peñarol de Mar del Plata); y es el entrenador con mas partidos dirigidos con 708. Pero sus logros no se quedan allí, ya que consiguió todos los títulos nacionales e internacionales posibles para un entrenador de un equipo argentino: Campeonato Sudamericano, Torneo Panamericano, Liga de las Américas, Campeonato Sudamericano de Clubes Campeones, Copa Argentina y Super 8.
Pero su sueño máximo se cumplió en 2005, cuando luego de obtener la medalla de oro en Atenas, Rubén Magnano decidió rescindir su contrato para dirigir en el Pallacanestro Varese de Italia. El puesto quedo vacante y Hernández fue número puesto. Pasaron la tercera posición en el Mundial de Japón 06, el cuarto puesto en Pekín 08 y el reciente quinto lugar en Turquía. Allí estuvo en el máximo nivel posible, allí donde soñó tras darse cuenta que el grito para alcanzar las pelotas no era para el. “Recuerdo que mi corazón aunque un poco triste, no dejo de latir fuerte por varios minutos mas, por unos segundos había llegado hasta donde hoy llegue, veinticinco años antes”. Pero curiosamente ahora desea bajarse un poco de la máxima altura y volver a sentirse otra vez un alumno. Por eso parece difícil que continúe al frente del conjunto nacional. “Creo que estoy hablando mucho y escuchando poco y eso no es bueno para mi carrera”, se sincera Sergio “Oveja” Hernández.
La selección argentina se encontraba entrenando en el club Ciudad de Buenos Aires y Hernández no dudó en tomarse un micro para poder ver en acción a los mejores jugadores del momento, entrenando bajo las ordenes de Alberto Figeras. Logró ubicarse al costado de la cancha y comenzó a estudiar todos los movimientos. Hasta que un grito del entonces entrenador nacional lo sorprendió: “Oveja, alcanzame las pelotas que están debajo del aro”. En ese momento mil cosas pasaron por su cabeza, nadie lo conocía y todo ese mundo era ajeno para él. Creyó haber escuchado cualquier cosa producto de sus ganas de colaborar. Pero en ese momento, nuevamente: “Oveja, dale che, pasame las pelotas”. Ahí sí, automáticamente se levantó y fue decidido a cumplir con su misión lo mejor posible. Pero al encontrarse a un metro de las pelotas, todas sus fantasías se derrumbaron cuando escuchó detrás suyo una voz que decía “bueno che, que pesados, ni un segundo me puedo tomar...ahí van las pelotas”, era la voz de Mario “el Oveja” Coronel, utilero histórico de la selección nacional, el único Oveja conocido en el ambiente del básquet por esos días.
El tiempo pasó y Hernández cumplió su sueño al debutar con tan solo 29 años al frente de Sport Club de Cañada de Gómez en la Liga Nacional. Hernández también es fruto de la LNB. La competencia no fue bien recibida por la mayoría de los entrenadores de la época, ya que los obligaba a dejar sus trabajos y dedicarse a entrenar full time. Entonces numerosos entrenadores jóvenes tuvieron su oportunidad. Durante el camino conquisto la competencia más importante a nivel nacional en cuatro oportunidades, con tres equipos diferentes (1999/2000 y 2000/01, con Estudiantes de Olavarría, 2003/04 con Boca Juniors y 2009/2010 con Peñarol de Mar del Plata); y es el entrenador con mas partidos dirigidos con 708. Pero sus logros no se quedan allí, ya que consiguió todos los títulos nacionales e internacionales posibles para un entrenador de un equipo argentino: Campeonato Sudamericano, Torneo Panamericano, Liga de las Américas, Campeonato Sudamericano de Clubes Campeones, Copa Argentina y Super 8.
Pero su sueño máximo se cumplió en 2005, cuando luego de obtener la medalla de oro en Atenas, Rubén Magnano decidió rescindir su contrato para dirigir en el Pallacanestro Varese de Italia. El puesto quedo vacante y Hernández fue número puesto. Pasaron la tercera posición en el Mundial de Japón 06, el cuarto puesto en Pekín 08 y el reciente quinto lugar en Turquía. Allí estuvo en el máximo nivel posible, allí donde soñó tras darse cuenta que el grito para alcanzar las pelotas no era para el. “Recuerdo que mi corazón aunque un poco triste, no dejo de latir fuerte por varios minutos mas, por unos segundos había llegado hasta donde hoy llegue, veinticinco años antes”. Pero curiosamente ahora desea bajarse un poco de la máxima altura y volver a sentirse otra vez un alumno. Por eso parece difícil que continúe al frente del conjunto nacional. “Creo que estoy hablando mucho y escuchando poco y eso no es bueno para mi carrera”, se sincera Sergio “Oveja” Hernández.
¿Dirigirá Sergio Santos Hernández a la Generación Dorada en su ultimo baile?
No hay comentarios:
Publicar un comentario